D. Florencio del Castillo

f) En defensa de México ante la amenaza española – 1828

El congreso ha oído con la más viva emoción el ardiente zelo que por el bien y seguridad de la patria anima al gobernador del estado; y no duda de la sinceridad de sus espresiones, por que estos mismos sentimientos se hallan profundamente gravados en todos los corazones mejicanos:

Una espedición enemiga, que intenta bloquear nuestros puertos é invadir nuestro territorio, amenaza a nuestra idolatrada independencia, y con ella a todos nuestros mas caros y preciosos intereses. Porque atacar á la independencia nacional es atacar á nuestra ecsistencia política, destruir nuestra república federal la soberanía de los estados, nuestras leyes fundamentales, nuestro comercio libre, nuestra seguridad, nuestra libertad: es arrancarnos el fruto de grandes esfuerzos, de largos y costosos sacrificios, de tanta sangre americana que se ha derramado.

No, jamas se vio una agresión mas injusta, que nuestro irreconciliable enemigo ha emprendido contra esta nación que ha recibido de la naturaleza como todos los demás el derecho de establecer un gobierno y de prover á su conservación y que solo aspira á conservación y felicidad, y que solo aspirar á conservar sus derechos sin ofender los de España.

Por la misma razón no ecsistió jamas causa mas justa ni de mayor importancia que la que actualmente obliga a tomar las armas á los mejicanos, para repeler á sus agresores y resistir á la opresión.

Motivos tan justos como ejecutivos estrechan al supremo gobierno de la federación, á reclamar con urgencia la cooperación activa de los estados, para hacer la guerra y arrojar mas alla de nuestras playas á esos altivos iberianos si osaran pisar nuestro territorio y ponen a los estados en la indispensable necesidad de poner en obra todos sus recursos, para defender su independencia y libertad.

Arduos y difíciles son ciertamente los tres puntos, de que va á ocuparse la legislatura en esta sesión extraordinaria mas el patriotismo de los oajaqueños, su amor a la libertad, y á sus institudones políticas, y tantas virtudes que los adornan, le hacen prometerse la dulce satisfacción de verlos realizados. Por su parte no omitirá trabajos ni fatigas para el logro de tan importantes objetos: y se aprovechará de las luces que los ciudadanos tengan á bien comunicarle; protestando altamente que solo desea el acierto en sus deliberaciones y los triunfos y glorias de la patria.

Ciudadano gobernador, las circunstancias de la república son urgentes, y ellas ecsijen imperiosamente que el gobierno desplegue toda su energía, y que sus esfuerzos, uniformes y combinados con los de la legislatura concurran eficazmente á la salvación de la patria.

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