1917 – 1919 nuestra democracia en peligro

Militares que respaldaron a los hermanos Tinoco a dar el golpe de Estado al Gobierno del Lic. Alfredo
González Flores.
El 27 de enero de 1917, don Federico Tinoco Granados, Ministro de Guerra de Alfredo González Flores, se apodera de los cuarteles derrocando al gobierno constitucionalmente establecido. ¿Cuáles habían sido los factores que movieron al señor Tinoco a dar este golpe de fuerza? ¿A qué se debió la traición? ¿No habían sido una buena parte las gestiones de Federico Tinoco, las que habían llevado a la presidencia de la República a González Flores?
Las respuestas a las anteriores preguntas las encontramos en los siguientes hechos. En primer lugar, debemos mencionar que sus enemigos justificaron el golpe de Estado, diciendo que González Flores lo que pretendía era una reelección en los comisios de 1918, y que para salvaguardar los derechos constitucionales había sido necesario dar el golpe de Estado. Esto en buena parte era falso ya que hasta ese momento al menos, no hay indicios de que, en efecto, el Presidente pensara en la reelección. Pero la verdad es que esto no es más que la mampara en la que escudan los verdaderos móviles del golpe de Estado, que vamos a analizar a continuación.
El 21 de agosto de 1916, el presidente Alfredo González Flores firmó el veto por medio del cual rechazaba el contrato Pinto—Greulich, que permitía a una compañía petrolera norteamericana la explotación de yacimientos petrolíferos en diversas partes del país. Sin embargo, el presidente vetó ese contrato, debido a que a última hora se habían presentado otras ofertas más favorables para el país, de parte de otras empresas norteamericanas como la West India Oil Co. Esto motivó que el señor González Flores considerara que para los intereses nacionales, lo mejor era devolver el contrato al Congreso, para que éste pudiera conocer las nuevas ofertas y aceptara las que más beneficio trajeran al Estado costarricense.
El veto al contrato Pinto—Greulich, será la causa fundamental de la caída del gobierno de Alfredo González Flores. De inmediato la compañía afectada, a través de un representante suyo, Mr. Lincoln Valentine, trató por todos los medios de comprar las conciencias de los costarricenses que podrían intervenir en su favor en el asunto petrolero, y de ahí que explotara las codicias de aquellos que así lo permitieran. Vemos cómo Valentine va a tener expresiones como las siguientes:
«Es evidente que el Presidente y el Ministro de Guerra (Tinoco) están decididos a derrotarnos, el Presidente por su errado idealismo o patriotismo y el Ministro de Guerra por su hambre de dinero …» (1).
O bien esta otra:
«Las gentes aquí, con muy raras y pocas excepciones, son personas sin escrúpulos o inválidos mentales. Pero la verdad es que no hemos venido aquí como reformadores morales, sino a hacer un negocio que parece ser muy lucrativo …» (2).
Notamos claramente en los anteriores párrafos cuál era la intensión de Valentine: la compra de las conciencias, cosa que aparentemente le fue fácil realizar ya que encontró personas ambiciosas que sobrepusieron sus intereses personales a los del país. Así, personalidades como el propio Federico Tinoco Granados, para citar únicamente al responsable directo del golpe de Estado, fue comprado por la compañía petrolera para ejecutar aquel acto, por la suma de un uno por ciento de la producción bruta de la compañía petrolera en Costa Rica. (3).
Si los intereses extranjeros fueron determinantes en el golpe de Estado de enero de 1917, los nacionales no son menos trascendentales. Recuérdese que fue en diciembre de 1916, escazo un mes antes del golpe de Estado, que el gobierno había logrado la aprobación de los impuestos directos: territorial y de la renta, que afectaban directamente a los sectores adinerados y al grupo cafetalero del país, ya que por primera vez se les ponía a tributar conforme a los ingresos que percibían de sus actividades agrícolas. La participación de este sector de la sociedad costarricense en el golpe de Estado, fue revelado posteriormente por el propio Alfredo González Flores al decir:
«… la élite social y política del país, lejos de mostrarse asqueada de una traición alevosa e infame, batió palmas ante ella, corrió a convalidar un despotismo de cuartel, ayudó o se allanó a todos los antojos y crímenes de la tiranía militar y ofreció sus caudales, sus prestigios y sus influencias para consolidarla dentro y fuera del país. …» (4).
Los cargos no pueden ser más claros, la participación de esa élite no puede ser objetada, ya que eliminar al gobierno de Alfredo González Flores era, indiscutiblemente, eliminar a aquel joven cuya cabeza se había «desquiciado» y los obligaba a pagar al Estado lo que era justo.
Una vez dado el golpe de Estado del 27 de enero de 1917, se estableció un verdadero pugilato entre González Flores y Federico Tinoco, alrededor del reconocimiento del gobierno norteamericano al régimen de Tinoco en Costa Rica, a lo que nos vamos a referir a continuación.
La Intervención Norteamericana
Decía el Lic. Alfredo González Flores en el año 1919 que:
«La historia de estos tres años, por lo que a mí se refiere, es simplemente la historia de mis esfuerzos por el restablecimiento del gobierno Constitucional de Costa Rica …» (5).
El hecho de que un político trate de que el país se encauce por los senderos que él considera los legítimamente constitucionales, no tiene nada de criticable, ya que en este tipo de juicios, la apreciación de lo que es bueno o malo para el país, conveniente o inconveniente, incluso, constitucional o inconstitucional, tiene mucho de subjetivo. Lo malo, lo criticable, son ciertas formas que pueden emplearse en la lucha para defender y para tratar de implantar esas opiniones. Y fue en esto precisamente, en lo que falló lamentablemente el Lic. González Flores.
Su deseo de ver al país nuevamente encaminado por el sendero de lo que, a su juicio, era lo estrictamente constitucional, adobado con cierta dosis de venganza hacia el régimen que lo había derribado del poder, hizo que comprometiera la soberanía nacional y favoreciera en un alto grado la intervención en nuestros asuntos internos de una potencia, que en absoluto, tenía que ver en nuestros conflictos políticos.
Unas tres semanas después del golpe de Estado, exactamente el 17 de febrero de 1917, el Lic. Alfredo González Flores se entrevista en Washington con el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson y con el Secretario de Estado Lansing. Esta entrevista tenía por finalidad el comunicarles su versión de los acontecimientos ocurridos en Costa Rica y que provocaron su violento abandono del poder, y, a la vez indisponer al gobierno de los Estados Unidos hacia el régimen de Tinoco para que éste no fuera reconocido por la gran potencia del Norte.
Para infortunio del gobierno de Tinoco y de Costa Rica, por las consecuencias que posteriormente esto traerá, las palabras de Alfredo González Flores fueron escuchadas por el presidente Wilson, quien a partir de ese momento se negará rotundamente a reconocer al gobierno de Costa Rica, a pesar de que desde junio de 1917 se había restablecido el orden constitucional. Las consecuencias de esta actitud para el país fueron muchas, pero en este trabajo sólo vamos a referirnos a una de ellas: la intervención norteamericana en Costa Rica.
A pesar de las repetidas misiones diplomáticas que el régimen de Federico Tinoco envió a los Estados Unidos en pos del reconocimiento, a pesar de una serie de medidas adoptadas por nuestro gobierno con el fin de congraciarse con los Estados Unidos como por ejemplo, el declararle la guerra a Alemania y ofrecer nuestros puertos a la marina norteamericana, nada logró, ya que la negativa de reconocimiento seguía siendo rotunda de parte del gobierno de Washington.
Este «pugilato» entre el gobierno de Tinoco en procura del reconocimiento norteamericano y don Alfredo González Flores que peleaba por la tesis opuesta, va a culminar en el mes de agosto de 1919.
El día treinta del mes antes mencionado, don Juan Bautista Quirós, quien sustituía en su calidad de Primer Designado a la Presidencia, a don Federico Tinoco Granados que había renunciado a tan alto cargo, por los conflictos internos que se le habían planteado, recibió la visita del Cónsul Americano en San José, Mr. Chase, quien puso en manos del presidente, el siguiente telegrama que había recibido directamente del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
«Agosto 30. El Departamento se dirige por este medio a usted a fin de que haga conocer públicamente sin demora, que el gobierno de los Estados Unidos no puede de ningún modo considerar al señor Juan Bautista Quirós como autorizado de manera alguna para actuar como Presidente de la República. Debe usted también comunicar prontamente al Departamento todo lo que haya podido hacer en conexión con lo expuesto arriba y también todos los acontecimientos que de ello resulten. Esta información debe ser dirigida al Departamento por cable para evitar demoras.
El señor Francisco Aguilar Barquero, elegido Designado bajo la legal Constitución de Costa Rica cuando la elección de Alfredo González Flores, es el llamado hoy en San José para tomar el Poder Ejecutivo. El señor Barquero (sic) deberá lo más pronto posible convocar a elecciones libres y espontáneas para el cargo de Presidente de la República, conforme a la Constitución bajo la cual fue elegido Designado. Si así se hiciere, se estimará que se han dado los pasos necesarios para restablecer en ese país un gobierno legal, merecedor de ser reconocido por nuestro gobierno.
LANDSING«. (6)
Este telegrama fue entregado al Presidente Juan Bautista Quirós y se le dio el perentorio tiempo de veinticuatro horas para que tomara una determinación ante asunto tan delicado. Sin embargo, antes de continuar narrando los acontecimientos que siguieron al recibo de esta comunicación por parte del Presidente, vamos a hacer un ligero comentario de la misma.
Nos parece que el Gobierno de W. Wilson, como el de cualquiera otra nación, estaba en perfecto derecho de dar o negar el reconocimiento a nuestro Gobierno, de acuerdo a la opinión que por los acontecimientos suscitados se formara. Lo que nos parece inaudito e inaceptable es que se trate de forzar la situación política de un país, para adecuarla a los deseos de otro.
Por ejemplo, ¿con qué derecho el Gobierno de Washington ordenaba al de Costa Rica, el nombramiento de don Francisco Aguilar Barquero? Es cierto que dentro de la teórica de legalidad de la Constitución de 1871, don Francisco Aguilar Barquero había sido nombrado, no electo, Designado a la Presidencia de la República. Pero es que aquella constitución política había muerto, había dejado de tener vigencia legal, desde aquel 27 de enero en que se produce el golpe de Estado contra el Gobierno de González Flores. Además, debe tenerse en cuenta que en junio de 1917, una Asamblea Constituyente había aprobado una nueva carta fundamental.
Pero es que Wislon va más allá. Además de ordenar la entrega del poder a Francisco Aguilar Barquero, exige que éste practique elecciones libres, CON BASE EN LA CONSTITUCION DE 1871. ¿Desde cuándo, y con base en qué novedosísimo derecho, el Gobierno de una potencia puede atribuirse los derechos de una Asamblea Constituyente? La verdad es que, aquella pretendida legalidad que se estaba buscando, por parte de González Flores y del gobierno norteamericano, lo que estaba engendrando era precisamente todo lo contrario. El verdadero y legítimo designado a la Presidencia, con derecho a ejercer ese cargo, lo era don Juan Bautista Quirós, quien había sido nombrado por un Congreso electo popularmente y con base en una Constitución, la de 1917, que había sido el producto de las deliberaciones de una Asamblea Constituyente, convocada para tal efecto.
Don Juan Bautista Quirós hizo ver al cónsul Chase que aquel acto engendraría la anarquía en Costa Rica; sin embargo, la respuesta fue terminante y definitiva —»había barcos y marinos americanos para implantar el orden». (7)
Así, a veinte días del ejercicio de la Presidencia, don Juan Bautista Quirós, movido por un verdadero patriotismo, tratando de evitar que el suelo costarricense se viera mancillado con una invasión de fuerzas militares extranjeras, decidió convocar a una Junta de «Notables», con el deseo de resolver aquel asunto de la mejor manera y con el consejo de los elementos más distinguidos de la sociedad costarricense. Aquella Junta decidió que lo mejor era entregar el gobierno a don Francisco Aguilar Barquero y cumplir con lo ordenado por el Departamento de Estado. Al hacerse cargo de la presidencia el 2 de setiembre de 1919 el señor Aguilar Barquero reconoce que legalmente no tiene derecho a ella, pero que lo hace con el fin de ayudarle al país a salir de aquel difícil trance. Sin embargo, para «garantizar» aquel cambio en el Poder, el Gobierno de Wilson envió el crucero Denver que se mantuvo frente a Puntarenas por espacio de diez días, con el desaliento tal vez de no poder intervenir directamente en el país, ya que los costarricenses aceptaron con resignación y sin violencia, de todos los males, el menor.
Cabe destacar que no todos los «notables» estuvieron de acuerdo con aceptar aquella imposición extranjera. Por ejemplo, don Alejandro Aguilar Mora se opone rotundamente a ella y dice:
«Había creído, por lo que la Constitución consigna al respecto, que la soberanía reside en el pueblo, único soberano, pero jamás imaginé que ese precepto se extendiera hasta el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica …» (8).
Todo lo anterior sucedió gracias a las actividades que en torno al Gobierno de los Estados Unidos desplegó don Alfredo González Flores. Afortunadamente el poder quedó en manos de un digno ciudadano como don Francisco Aguilar Barquero, quien muy pronto convocará a elecciones, para restablecer el orden constitucional con base en la Carta de 1871, puesta en vigencia otra vez, por medio del inadecuado sistema de un decreto.
Los hechos anteriormente narrados sucedieron en el mes de setiembre de 1919, cuando en los hogares y en las escuelas se preparaban los himnos y las banderas para celebrar un año más de independencia.
Militares que respaldaron a los hermanos Tinoco a dar el golpe de Estado al Gobierno del Lic. Alfredo González Flores.
Citas
1. López, Jacinto, p. 54,1949.
2. López, Jacinto, p. 54,1949.
3. González Flores, Alfredo, p. 7,1919.
4. González Flores, Alfredo, p. 2,1920.
5. González Flores, Alfredo, p. 3,1919.
6. Quesada Vargas, Octavio, p. 48, 1922.
7. Op. Cit. p. 55.
8. Op. Cit. p.31
Bibliografía
1. GONZALEZ FLORES, Alfredo. Manifiesto a mis compatriotas. Imprenta Minerva. San José. 1919.
2. GONZALEZ FLORES, Alfredo. El petróleo y la política en Costa Rica. Imprenta Trejos Hermanos. San José, Costa Rica. 1920.
3. LOPEZ, Jacinto. La Caída del Gobierno Constitucional de Costa Rica. De Laisne y Carranza. New York. 1919.
4. OBREGON LORIA, Rafael. Conflictos Militares y políticos de Costa Rica. Imprenta La Nación. San José, Costa Rica. 1951.
5. QUESADA VARGAS, Octavio. Proceso de la restauración o la intervención americana en Costa Rica. Imprenta y Librería Alsina, San José, Costa Rica. 1922.
6. TINOCO GRANADOS, Federico. Páginas de ayer. Imprimerie Solna. París. 1928.
Fuente: Revista Patria, 1971.
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