María Isabel Carvajal Araya

Escuela de Artes Musicales
Universidad de Costa Rica

REPERTORIO AMERICANO. Segunda nueva época N° 22, Enero Diciembre, 2012

Resumen

En este artículo se aborda la presencia del escritor costarricense Lisímaco Chavarría (1878-1913) en la literatura nacional de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en medio de las dos vertientes dominantes: el costumbrismo y el modernismo, con el fin de valorar sus aportes a la poesía de su época.

La lírica costarricense a finales del siglo XIX muestra un despertar tardío, debido a su condición colonial de provincia pobre y olvidada de España, en donde quizás la vínica influencia recibida provino de ese país.

Las tendencias artísticas que comienzan a gestarse pueden agruparse en dos catego- rías: la poesía costumbrista (como reflejo tardío europeo) y la poesía modernista. La primera tuvo entre sus representantes a Aquileo Echeverría, con sus Concharías (1905) y Arturo Agüero, autor del Romancero Tico (1907). Años antes, entre 1890 y 1891, aparece la Lira Costarricense: primera antología de poesía del país, que incluye una lista considerable de poetas centroamericanos y costarricenses, como Carlos Gagini, Jenaro Cardona, Justo A. Fació, entre otros. El compilador de esta antología ñie Máximo Fernández, quien percatándose de la ausencia de textos de poesía en el país, se dedica a la ardua tarea de recopilar tanto poesía costarricense como de Centroamérica, con la finalidad de dar a conocer estos trabajos literarios dentro y ñiera del país. El estilo poético de entonces se acercaba más al romance.

Por otra parte, la historia de la literatura costarricense que se escribe a partir de 1900 está impregnada de situaciones conflictivas en el espacio económico y político del país. Surgen en la capital grupos de obreros, artesanos y asalariados disconformes , hechos que van generando un clima de descontento. A raíz de esta situación se habían forjado en el país, entre los años de 1870 a 1880, grupos de intelectuales

que alzaron su voz y se adueñaron de un espacio para hacerse escuchar, sobre todo en la literatura. De 1900 a 1915, la corriente modernista hace su entrada en el país y se consolida alrededor de 1930 en forma tardía, ya que en Europa este movimiento había sido superado, pues inició en 1880 y culminó en 1920.

La lírica de esa época dirige sus ojos hacia horizontes lejanos, expresando situaciones idílicas en las que aparecen rasgos de una realidad con menos violencia y mayor espiritualidad, algunas veces alejadas de los dogmas oficiales o mostrando una inclinación al misticismo o al esoterismo.

Lisímaco Chavarría y su propuesta poética

Un poeta representante de esa época es Lisímaco Chavarría, nacido el 10 de mayo de 1878, en la ciudad de San Ramón. Presenta marcados rasgos del modernismo, pero también orienta su trabajo hacia otros rumbos, ya que gran parte de sus poemas muestran matices diferentes y no se aferra solamente a los lincamientos del movimiento como tal.

Es posible que su condición de hombre sencillo, amante del campo y de la naturaleza, haya sido el motivo principal de su rasgo más representativo: el apego a la tierra.

En su poemática se observa un eclecticismo desde las primeras obras y a lo largo de varias etapas en su creación artística, aunque siempre mantiene la constante de su estilo dirigido a lo telúrico. Al principio se nota timidez o falta de confianza en sí mismo, situación que lo llevó a utilizar el nombre de Rosa Corrales de Chavarría para firmar sus aportes literarios, entre ellos: Orquídeas.

En los trabajos realizados en esta época, se notan rasgos que lo acercan al modernismo, aunque no en aspectos aristocratizantes ni cosmopolitas propios del modernismo parnasiano, con aspectos como la evasión y el escapismo. Se sitúa más bien dentro del modernismo simbolista, ya que ofrece una cosmovisión del mundo en la que la moral y las virtudes espirituales pesan más que lo estéticamente agradable.

Es factible que por sus raíces campesinas, ya desde sus primeros poemas, muestre un desapego a las formas tradicionales que reinaban en esa época, como herencia de la Lira Costarricense. Se observa el tránsito de lo romántico al modernismo, en el tanto en que se interesa por describir aspectos de la vida nacional como son la vida en el trapiche, las aves, las labores del campo, pero sin profundizar en esos temas; únicamente los trata a modo de pinceladas siendo éste un aspecto recurrente en toda su producción poética. Así lo demuestra en su poema titulado Vengo del campo, en donde se lee lo siguiente:

Yo soy un campesino.. .Las montañas
embalsamaron mi niñez riente;
aprendí de las flautas de la fuente
y de las aves églogas extrañas.

Los vientos que retozan en las cañas
me enseñaron el dístico valiente,
y escuché lo que dijo en la pendiente
la carreta montes a las cabanas.

Lisímaco Chavarría

El olor de la tierra humedecida
por la lluvia sutil de los inviernos,
y de los campos de la florida veste,
le dan a mi laúd himnos de vida:
por eso canto los retoños tiernos
que se hacen mies en el cortijo agreste.

Otro poema bucólico que descubre memorias de su tierra natal con su respectiva alusión a la naturaleza es Promesas de la tierra:

Hay un olor de vida
en el huerto, en el aire y en las cosas;
es un olor a la tierra humedecida
que va anunciando la precoz venida
de la mies y del fruto y de las rosas.

Hay nuncios y promesas en el rayo
que el Sol derrama encima de las eras;
durmió la tierra como en un desmayo,
pero las lluvias del florido mayo
fecundarán las mustias sementeras.

Hay regocijos hondos en los prados
y enrojecen sus flores las piñuelas;
van peinando la tierra los arados;
y el labriego labora sus parcelas.

El campo reverdece y fatigosas
tornan las yuntas de mover la tierra
tan pródiga en ofrendas hechas rosas
y las espigas… Vida nueva hay en las cosas
y en las verduras que el cercado encierra.

Este poema, desde el punto de vista sémico, ofrece una construcción basada en versos endecasílabos de rima consonante, excluido el primero, ya que éste es eptasílabo. Se compone de cuatro estrofas elaboradas en un quinteto de arte mayor.

Los versos están distribuidos en la forma ABAAB. Se nota un carácter bucólico a lo largo del poema. En la primera estrofa, se utiliza en forma reiterada el sustantivo “olor”, usado desde el comienzo, lo que nos remite a sensaciones olfativas que proporcionan el elemento espacial en donde se desarrolla el poema. El “olor” de vida se manifiesta en todos los ámbitos, pues hace referencia a la tierra, al aire y a las cosas. Es el tiempo de cosechar semillas, frutas y flores . El uso de esta metáfora nos hace revivir esa experiencia que sentimos al percibir el olor característico a tierra mojada.

Nótese la reiteración de la preposición “en”, que el autor utiliza, en vez de simplemente usar comas, para separar esos tres elementos: en el huerto, en el aire y en las cosas.

Se encuentra además un uso reiterativo de la conjunción “y” (polisíndeton) en la primera estrofa, como señalando la gran cantidad de cosas que van a surgir a partir de la lluvia, idea que fue introducida al sugerir que huele a tierra humedecida.

Es muy descriptivo; el verbo impersonal singular haber aparece en las primeras tres estrofas, indicando claramente una intención demostrativa.

Se encuentra en la primera estrofa una prosopopeya al mencionar: que va anunciando la precoz venida, y el uso de hipérbaton cuando dice: y enrojecen sus flores las piñuelas… van peinando la tierra los arados. Se observa la clara alteración gramatical, para hacer más interesante la propuesta.

Ya en la segunda estrofa se refuerza la actividad humana, como es la presencia de las eras. A través de todo el poema se reitera el nacimiento de la vida, cuando nuevamente se hace mención al fruto, a la fecundación. Se observa de nuevo el uso de la prosopopeya cuando afirma: Hay nuncios y promesas en el aire.

Se alude al poder del “Sol”, que escribe con mayúscula y seguidamente le atribuye características humanas… que el Sol derrama encima de las eras. Más adelante, en el siguiente verso utiliza conjuntamente la prosopopeya y el símil: durmió la tierra como en un desmayo.

El uso de metáforas y prosopopeyas es constante . El autor se vale de ellas para lograr en el lector el sentimiento del despertar de la vida. Se encuentra en esta estrofa el uso de epítetos: el florido mayo… las mustias sementeras, usados para resaltar la característica principal del mes de mayo y lo marchito de las cementeras por la falta de agua.

La evocación de imágenes por medio del lenguaje figurado es rescatable cuando menciona: hay regocijos hondos en los prados. De esta manera, atribuye rasgos humanos a la naturaleza, por medio de prosopopeyas. Continúa introduciendo más licencias poéticas al decir “van peinando la tierra los arados”.

Nótese en este poema la utilización, nuevamente, de palabras propias del lenguaje costarricense como yigüirro, que el poeta escribe a propósito con letra cursiva, ayudado por la forma gráfica para evidenciar o hacer notar que esta palabra es un elemento propio del lenguaje vernáculo y, además, lo inserta dentro de una metáfora: hila el yigüirro.

Este recurso fue muy usado por artistas de esa época. Es una característica propia del movimiento nacionalista que se gestó por esos años en Costa Rica y que pone en evidencia el deseo de acercarse a lo nacional, pero siempre guardando la distancia del yo lírico con respecto al lenguaje vernáculo. Recurre a más prosopopeyas al decir… tan pródiga en ofrendas hechas rosas. La generosidad es considerada como una característica propia del ser humano.

En la última estrofa, aparece una imagen que evoca el trabajo arduo del campesino y su resultado final, gracias al esfuerzo propio y al aporte de la naturaleza: El campo reverdece y fatigosas toman las yuntas de mover la tierra.

Continúa en su alabanza a la fertilidad del suelo que brinda tanto flores como granos y siempre recalcando el ciclo vital de la naturaleza: Vida nueva hay en las cosas. Es la plenitud de la naturaleza. Se refiere al inicio de la estación lluviosa, específicamente en el mes de mayo, cuando los campos y las flores alcanzan su esplendor, anunciando así óptimas cosechas (promesas) que desde el título del poema son mencionadas. La naturaleza en plenitud simboliza los sueños e ideas de perfección del ser humano.

A lo largo del poema, el sujeto de enunciación se presenta totalmente descriptivo, tratando de mostrar el renacer de la naturaleza por medio del elemento agua y atribuyendo toda importancia al milagro de la vida. Se puede observar su estrategia retórica al comenzar y terminar con la palabra “vida”, que es en esencia la isotopía del poema.

La influencia modernista

En esta etapa de su creación artística, sus versos semejan estampas en las que se pueden entrever, a manera de pinceladas, los objetos que va mirando a su alrededor. Este ejercicio de observación lo enfrenta irremediablemente a otros aspectos de la vida en los que sobresalen las miserias humanas, las cuales son afines a su propia experiencia, y en las que afloran la pobreza y el hambre. Se observa entonces un antiburguesismo, el cual es una característica propia del modernismo, al protestar contra situaciones en las que pululan la mentira y la hipocresía. Un ejemplo de esto se refleja a continuación en dos poesías antagónicas desde el punto de vista de su significado:

Noche buena alegre

Saltan las burbujas del blondo champaña
como perlas rubias en un manantial;
el vermouth añejo y el jerez de España
en el borde ríen del limpio cristal.

Una dama alegre refiere una extraña
crónica de viaje. Lumbre artificial
la opípara cena de fulgores baña
y un piano articula su voz musical.

Un DON JUAN atisba con ojos perversos
a la dama alegre, sin rubor ni pena
ansiando la rosa de sus labios tersos.

Noche de jolgorios. ¡Oh, la noche buena!
horas de placeres, de música y versos,
para las holguras noches de verbenas.

Noche buena triste

Guiñapos de parias, tristes harapientos;
humildes viviendas sin jergón ni pan;
niños enfermizos de ojos macilentos,
¡cuántos de vosotros sin comer están!

Dicen misereres, al pasar, los vientos,
todas las campanas sus repiques dan,
y una viejecita prorrumpe en lamentos
mientras los cocuyos en las sombras van.

Madres dolorosas de senos enjutos,
que estáis aguardando dentro del bohío
de las esperanzas los inciertos frutos.

¡Noche buena triste! Rasgan el vacío
relámpagos rojos con saña de brutos:
¡sobre la pobreza se acurruca el frío!

El poema interpreta en una forma estética el mundo, valiéndose de procesos verbo-simbólicos para conseguirlo. Se nota un uso frecuente de epítetos con los que logra destacar y hacer más fuerte y dolorosa una situación: tristes harapientos, humildes viviendas. Todos estos recursos poéticos aluden a un contexto histórico determinado, en este caso, al que le tocó vivir a este poeta costarricense.

Avanzando en el tiempo, Chavarría da un giro en su estilo y se afianza aún más en la comente modernista que se va abriendo paso en ese momento. Poco a poco introduce temas exóticos y exceso de palabras en algunos poemas, por lo que esta característica se convierte en otra constante en su obra literaria.

Los poemas realizados en este período ofrecen rasgos propios de esta corriente literaria, como es la extensión de los poemas, el uso de figuras mitológicas, el apego a lo foráneo. En esta línea se encuentran los poemas agrupados bajo el nombre de Orquídeas (1904), Lacoonte y sus hijos, también La Magdalena de Henner, del grupo de poemas Bajo los Andes (1907). Todos ellos se pliegan a las tendencias más novedosas del modernismo hispanoamericano.

Otro poema que ofrece esta visión modernista es Los bueyes viejos. He aquí un ejemplo:

Es de tarde…
allá, sobre la cúspide del monte,
hay una fiesta de matices.

Arde
el sol, y, el horizonte,
a modo de encorvado mastodonte,
bajo el eterno y azulino domo.
parece que a lo lejos
bañada de una lluvia de reflejos,
lleva árboles y riscos sobre el lomo.

Con tinte de naranja y de carmines,
las nubes pasan cual leones sueltos,
como corceles de nevadas crines,
cual mármoles esbeltos
que van en procesión a los confines.

El modo en que se expresa de los bueyes muestra la intensidad de su fuerza poética en este extenso poema.

El uso de trazos de un lenguaje modernista se evidencia principalmente al hacer alusión a lo telúrico, pero alejándose de ofrecer una visión realista, y más bien, asumiéndola como objeto del arte. El poeta plasma las escenas de carácter nacional y de la naturaleza como en el siguiente ejemplo de Palabras de la Momia (poema indígena):

Y tú yaces en silencio y sola
del épico monarca del Sixaola;
refiéreme la bárbara contienda
del altivo cacique del Pacacua
hecho un Aníbal en su liza horrenda.

Lisímaco Chavarría

Este poema va entrelazando personajes de culturas foráneas:

Hermanas de la momia Sesostris
cuya tumba de piedra baña el Nilo,
refiéreme la historia
de tu vida de luz, o acaso negra.

Pero a la vez, se esfuerza en rescatar un pasado indígena en el que utiliza, para lograrlo, palabras propias de esa cultura:

Yo vi una alegre fiesta de atavales
echando sobre el céfiro epinicios
ante el trono soberbio de ahuitzol,
presidí los sangrientos sacrificios
en los templos alzados para el Sol.
Las plumas de las garzas y del quioro,
la nota de las quenas,
el dulce modular del yaraví
que finge acentos de profundas penas,
me dieron mis vasallos, y el tesoro
mejor del Tisingal y Quiribí.

Nuevamente se observan características netamente modernistas, al equiparar a héroes mitológicos foráneos con los propios de la región. En el Poema del agua, por ejemplo, se notan reminiscencias hacia lo mitológico:

Le doy, ¡oh caminante!, cuando la sed te abruma,
-el agua dijo alegre- frescura a su garganta,
refresco de las aves la seda de su pluma
y en las riberas mías yo bordo con mi espuma
tejidos de colores cuando mi lira canta…
… Conmigo se nutrieron los viejos trogloditas
y vi la marcha luenga de cien generaciones;
en una roca estéril brindé a los israelitas
mi líquido diamante y vi las infinitas
carreras luminosas de mil constelaciones.

En busca de un estilo propio

En Los carboneros, hay un mayor acercamiento a un estilo propio, en el que trata de reproducir el lenguaje vernáculo:

Preparan el carbón para el consumo
del bien provisto hogar de las ciudades,
allá donde las aves de alto vuelo
Van a posarse, allá se yergue el humo
de sus quemas, allá en las soledades
que casi tocan el turquí del cielo.

Pero, a su vez, en el mismo poema, incluye temas esotéricos. Se destaca así la influencia modernista por medio de temas de carácter místico y filosofías orientales, que vienen a ser la otra constante en su trabajo, y que aportan otra visión de mundo, aunque siempre apegado a lo telúrico:

Mira el sol, para todos es lo mismo
Iguales besos de fulgor envía.
Como un padre colmado de bondades,
a los montes, al valle y al abismo,
al perfil de la enhiesta serranía,
a la huerta, al herial y a las ciudades,
para el buen sol no existen diferencias;
del Orbe, del Gran Todo, es la pupila
que gira en las astrales eminencias
y lo grande y lo mísero vigila.

El Poema del agua obtuvo el primer lugar, otorgado por la revista Páginas ilustradas en 1910, y el Poema de la momia y Los carboneros lograron mención honorífica.

De estos tres, el último muestra una línea más original, ya que se nota su influencia campesina, para lo cual utiliza cierto lenguaje vernáculo, principalmente cuando trata de plasmar un sentimiento popular. Sin embargo, los motivos nacionales incluidos en estos poemas no lograron reproducir el habla popular ni el sentir campesino, pero sí son reflejo de su sensibilidad. Otro ejemplo de este período es el siguiente:

Apolo en la montaña

Allá en la soledad el bosque, un día
el Dios del Verso desnudóse el alma
y en el silencio de la agreste calma
su lira, entre los árboles tañía.

A su redor se irguieron los colimbos
que mecen en sus tallos los jarales;
a escucharlo vinieron diez turpiales
y un rayo de Iris le tejió dos nimbos.

Y vino el viejo Pan y el vago Eolo,
y el Astro regio descendió en fulgores
para extasiarse con el bardo solo.
Cesaron los melódicos rumores
y entre las manos del risueño Apolo
la lira áurea convirtióse en flores.

En este poema se observa el arte poética, rasgo característico del modernismo, al igual que la constante alusión a figuras mitológicas que recuerdan el cosmopolitismo. Es una construcción del Arte Mayor, con versos endecasílabos ABBA en la primera y segunda estrofas. La tercera y la cuarta estrofas están constituidas por versos en forma ABA, siendo ésta la estructura de soneto, una característica que se observa en muchos de sus poemas. Usa en forma reiterada los elementos neoclásicos. Confiere a la poesía el acto creador. Podemos observar cómo el poeta logra comunicar con gran fuerza la idea de emoción o pasión por la poesía, cuando dice: el Dios del Verso desnudóse el alma.

Este tipo de poesía es tachado por la crítica de la época de exótico y poco natural, debido a su recargada elaboración, característica no aceptada por el nacionalismo que regía por esos años en Costa Rica. Es por esto, quizás, que Chavarría abandona este lenguaje y retorna a sus raíces y, haciendo gala de su origen campesino, rescata las gentes, los colores y los paisajes de su tierra.

El poema Mi flauta lírica es también un vivo ejemplo de las características modernistas que el autor utiliza constantemente en sus poemas, al recalcar y valorar tanto la influencia como la mezcla de culturas de la que él es un claro representante:

Yo tengo sangre indígena; mis vasos capilares
también ocultan savia de aquella raza ibérica
que vino ha cuatro siglos a conquistar la América
mis bisabuelos eran iberos y güetares.

Por eso da mi flauta variados sus cantares,
por eso de mi flauta la nota no es histérica,
y en sus alegres busca la fuerte nota homérica
para cantar del indio su dios y sus altares.

Mi flauta fue de un inca. Los bosques y montañas
le dieron con sus voces secretos y leyendas
de indómitos caciques, de pumas y cabanas.
De quepos y orotinas que fueron por las sendas
con su carcajada de flechas y pífanos de cañas,
soñando con el triunfo de bárbaras contiendas.

El tema de la muerte

Otra característica modernista es la imagen de la muerte, que enfoca no como final de la existencia, ni como paso a la resurrección, sino más bien como una transformación, la transmigración del alma, todas características modernistas. Ejemplo de esta tendencia la encontramos en este otro poema escrito a manera de soneto:

Espigas y azucenas

La muerte es un matiz de la existencia,
morir es florecer en otra forma;
la caduca materia se transforma
en ser nuevo, en rosales o en esencia.

La vejez es la humana inconsistencia
que sometida a la inflexible norma
de Natura, se rompe y se deforma
en átomos, en luz o en florescencia.

¿Por qué miedo a la muerte? No lo acierto,
si de todo placer triunfan las penas,
las cuales finan cuando el ser ha muerto.

La vida se desciñe sus cadenas
y en la huesa, en el carmen y en el huerto,
la carne se hace espigas y azucenas.

Nótese que, como en todo soneto, las primeras dos estrofas son cuartetos y las últimas tercetos. Quizás el poeta haya escogido esta forma de soneto para lograr el propósito final de éste, ya que el desenlace se precipita, como se precipitan la muerte y la transformación de la materia.

En este poema, se aprecia ese anhelo de trascendencia, pues la existencia tiene mayor importancia que la muerte en sí; se nota una actitud esperanzadora en un cambio, aunque más adelante en el poema lo que queda es una sensación de resentimiento con respecto a su propia existencia.

El mismo escritor, en un texto de nombre Canción de la muerte, y en referencia a un esqueleto que guardaba en su habitación, escribe al respecto lo siguiente:

…ella me ha enseñado a despreciar la vida viviéndola y me ha dicho en su lenguaje misterioso que la muerte de la materia humana no es más que un fenómeno de transformación, que el Cosmos es infinito, que el Universo nunca muere.

Más adelante, en 1913, aparece Manojo de guarias, en donde Chavarría trata aspectos relacionados con lo nacional, pero sin omitir otros aspectos concomitantes al movimiento modernista, como un léxico elaborado y personajes mitológicos. De esta manera, consigue insertarse dentro de una categoría superior para la crítica de su tiempo y su trabajo fue catalogado como “literario”, lo que le vahó la aceptación del lector de esa época, pues consigue la unión o la concordancia entre lo extranjero y lo nacional. Manojo de guarias fue editado poco tiempo después de su muerte.

Conclusiones

1- A pesar de su poca formación académica y su corta existencia, el poeta ramonense logra introducirse dentro de la producción lírica costarricense, generando poesía modernista en pleno auge de esta corriente, ya que en su trabajo lírico se manifiestan rasgos propios de éste como: el culto al Arte, el culto al Espíritu, la renovación del lenguaje castellano, el interés hacia el sincretismo cultural, la defensa del discurso poético, el antiburguesismo.

2- La presencia de este poeta dentro del canon literario que enmarca a contemporáneos suyos como representantes del modernismo, no ha sido considerada o valorada suficientemente por los estudiosos de nuestra lírica, ya que nombran a otros poetas como generadores de poesía modernista, pero no incluyen de manera contundente a Lisímaco Chavarría.

3- Es necesario investigar acerca de autores costarricenses que, al igual que Lisímaco Chavarría, pueden estar siendo causa de un ostracismo literario y, por diversas circunstancias, se encuentran olvidados en la actualidad.

4- Es pertinente saber de dónde proceden nuestras raíces literarias. Además, es evidente la falta de información que existe sobre este autor en la actualidad, debido probablemente a la poca valoración que se ha hecho de sus trabajos literarios y la ausencia de documentos recientes acerca de su persona, con el agravante de que murió a una edad temprana y su producción no fiie muy extensa.

5- Por lo antes expuesto, y luego de haber analizado varios de sus poemas, considero que Lisimaco Chavarría fue un digno representante de la comente modernista en nuestro país y brindó un aporte valioso a la renovación de la poesía costarricense.

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