El lobby israelí, de John Mearsheimer y Stephen Walt

En cualquier tipo de asuntos es una práctica sana añadir, de vez en cuando, signos de interrogación a las cosas que por mucho tiempo se han dado por sentadas”. (Bertrand Russell)

Ante la desmesurada financiación a fondo “perdido·, de 38 000 MM de dólares de Estados Unidos a Israel, considero de la mayor actualidad la obra de los profesores norteamericanos, John J. Mearsheimer, de la universidad de Chicago, y Stephen M. Walt, de la de Harvard. Y eso que el ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami, afirmo en “Cómo Israel está perdiendo a Estados Unidos”: Los políticos estadounidenses están prestando atención a las encuestas donde sus ciudadanos apuestan por una política más imparcial de Washington en el conflicto palestino-israelí. El difunto diplomático norteamericano George Ball alguna vez dijo que Israel necesitaba ser salvado de sus políticas suicidas “a pesar de sí mismo”. Exigió un esfuerzo imparcial por parte de Estados Unidos a favor de un acuerdo de paz árabe-israelí. Pero, si bien la postura realista de Ball sobre el conflicto palestino-israelí no es inusual entre los funcionarios del Departamento de Estado, sigue siendo un tabú para el establishment político de Estados Unidos, que desde hace mucho tiempo viene defendiendo un consenso casi sagrado sobre Israel. Hasta ahora”.

Está claro que Estados Unidos no ha vacilado en su compromiso de mantener la “ventaja militar cualitativa” de Israel. De hecho, la Administración de Obama, ha superado todos los récords históricos en su ayuda militar a Israel.

En este interesante estudio “El lobby israelí”, los autores describen el extraordinario nivel de apoyo material y diplomático que Estados Unidos proporciona a Israel y sostiene que este apoyo no puede justificarse desde un punto de vista estratégico o moral, sino que se debe a la influencia política de un lobby que trabaja activamente para moldear la política exterior estadounidense en un sentido favorable a Israel.

Este lobby, integrado por algunos judíos americanos y grupos cristianos fundamentalistas, no está determinado por cuestiones de identidad religiosa o étnica, sino por una facción extremista que ha implicado a múltiples organizaciones, fundaciones y medios de comunicación con los cuales no están de acuerdo muchos ciudadanos del Estado de Israel, ni una gran parte de los judíos de la diáspora.

Este estudio es riguroso, lejos de todo antisemitismo y que ahonda en las tácticas y maniobras del lobby, pero que también amplía la reflexión a los más recientes acontecimientos en Gaza, Iraq, Líbano, Palestina, Siria, o en el inconmensurable mundo de intereses en torno al petróleo y al gas.

Sus tesis: el respaldo incondicional norteamericano en las últimas décadas al Estado de Israel no ha beneficiado ni a los Estados Unidos ni al pueblo judío; las decisiones de la política exterior estadounidense en Oriente Medio están claramente influidas por el lobby israelí y la tercera que no garantiza ni la seguridad de Israel ni la paz en Oriente Medio.

Cuando uno termina de leer este libro comprende el rechazo del mundo árabe y de otras sociedades a ese trato de favor a Israel como si fuera el Estado 51 de la Unión.

La lectura de este libro es imprescindible para estudiosos, académicos y profesionales de la comunicación para poder acercarnos sin orejeras ni tabúes a un problema que va más allá del conflicto israelí-palestino y que afecta a la seguridad del mundo.

J. C. Gª Fajardo (CCS)

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