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Walker ataca al General Cañas y en seguida a los aliados

William Walker

William Walker

Walker ataca al General Cañas y en seguida a los aliados

Pérdida del bergantín costarricense «Once de Abril»
Destrucción de la Ciudad de Granada

El Gobierno de Costa Rica, que había tomado la iniciativa contra los invasores, tomó también a su cargo la parte más importante de la guerra, a lo cual contribuía la posición especial en que se hallaba.

Al emprender de nuevo la campaña, dispuso mover nuestras fuerzas en tres direcciones principales, a saber: sobre el terreno, hacia Rivas y aquella parte de la línea del tránsito; sobre San Juan del Sur, por mar; y sobre el Río San Juan y Lago, contra los vapores que constantemente traían refuerzos y elementos y facilitaban rápidos movimientos a los filibusteros.

Mantenía, al mismo tiempo, sus gestiones en Guatemala y El Salvador para asegurar la cooperación necesaria de aquellos Estados, hasta lograr el triunfo completo de los centroamericanos.

En el momento a que, en esta parte, la reseña se refiere, las fuerzas guatemaltecas habian recibido un nuevo refuerzo al mando del General don Joaquín Solares y ascendían a poco más de 1.500 hombres; las salvadoreñas, con las columnas traídas por el Coronel Negrete y el General Asturias, eran de 1.300 hombres y las nicaragüenses constaban de no menos de 800 hombres. De suerte que apartando los heridos, enfermos y asistentes, había en la plaza de Masaya, donde todos estaban reunidos, más de 3.000 hombres de fuerza efectiva o de movimiento (1).

Walker también había recibido refuerzos, armas y otros elementos, y contaba entre sus jefes al Coronel Carlos F. Henningsen, a quien dio el grado de General. Este era un famoso aventurero inglés, de origen escandinavo, experimentado, primero, como oficial en el ejército de su país; y luego peleando en favor de los carlistas en España y por la independencia en Hungría.

El General Cañas, jefe del pequeño cuerpo que constituía la única fuerza de Costa Rica que a la sazón operaba en Nicaragua, se encontraba en el lugar del tránsito, en donde, en unión de una columna nicaragüense, se había situado. Allí emprendió algunas obras de defensa, y por la importancia del punto ocupado, esperaba a cada momento verse hostilizado.

En efecto, al amanecer el 10 de noviembre de 1856 Cañas fue atacado, y después de dos horas de combate, el enemigo tuvo que retirarse sufriendo una derrota.

La presencia de los costarricenses en el tránsito era una amenaza que Walker no podía soportar, y el audaz aventurero resolvió dirigir en persona un nuevo ataque.

El 11 a las doce de la noche recibió el General Cañas un parte fiel, anunciándole que acababan de desembocar en La Virgen 400 filibusteros, que, unidos a los 200 que lo habían asaltado el día anterior, debían atacarle inmediatamente (2). Así fue. Al amanecer el 12, los filibusteros acometieron a las avanzadas y éstas, batiéndose en retirada, se unieron al grueso de la división, que, bajo las órdenes del mismo General Cañas, peleó con denuedo en la cabecera de Puente Grande.

«El punto era ventajoso; pero, según el parte del mismo jefe, reducidas sus fuerzas por la desaparición instantánea de la mayor parte de los nicaragüenses que se le habían incorporado, y no pudiendo resistir el ímpetu del enemigo, se retiró por un camino llamado de La Calera, con dirección a Rivas (3).

Una fuerza de 50 hombres que cubría el camino de La Chorrera para contrarrestar un ataque por la retaguardia, se replegó a San Juan del Sur.

El General Cañas dio el 12 desde aquel puerto, el parte de lo ocurrido, llegó a Rivas el 13, y habiendo emprendido marcha para Masaya el día siguiente, se encontró el 15 con el General Jerez, que iba con fuerzas a unírsele en Rivas, y de acuerdo marcharon a aquella ciudad con objeto de abrir nuevas operaciones sobre la vía del tránsito.

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En aquel mismo día Walker estaba en camino sobre Masaya. El jefe filibustero, que siempre pretende hacer aparecer muy reducido el número de soldados, dice que de 500 hombres que llevaba, destinó 200 a La Virgen, al saber que Jerez se movía sobre Rivas y que siguió con 300 a atacar a los aliado. Esa fuerza que, según los jefes guatemaltecos, constaba de 700 a 800 hombres, atacó a Masaya en la tarde del mismo día 15, continuando la lucha el 16, 17 y 18. Desgraciadamente, el desacuerdo entre los jefes era grande, y, a merced de las divisiones, «el enemigo estuvo del 15 al 19 de noviembre incendiando cuanto estaba a su alcance y bombardeando el resto de la ciudad, que se vio en peligro de sucumbir, y por último se retiró impunemente, sin embargo de que él no tenía más que 600 hombres, y los aliados pasaban de 3.000» (4).

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 Fotografía del Bergantín 11 de abril tomada del libro "La guerra en Nicaragua" de Frank Leslies


Fotografía del Bergantín 11 de abril tomada del libro «La guerra en Nicaragua» de Frank Leslies

Otro golpe funesto sufrió en seguida la causa centroamericana. El bergantín costarricense «Once de Abril», que había zarpado de Puntarenas el 11 de noviembre, al mando del Capitán don Antonio Vallerriestra, conduciendo 110 hombres entre jefes y soldados, y dinero y elementos de guerra para el General Cañas, después de sufrir en la travesía un recio temporal, estuvo a la vista del puerto de San Juan del Sur el 22 en la tarde.

Allí estaba anclada la goleta filibustera «El Granada» y pronto salió al encuentro del «Once de Abril», trabándose desde luego un encarnizado combate, que, en momentos en que se decidía a nuestro favor, terminó por la explosión inesperada de nuestro buque.

El señor Valleriestra, con el cuerpo convertido en una llaga, por efecto de las terribles quemaduras que sufrió, y 48 de los náufragos, fueron salvados en «El Granada» y conducidos a San Juan del Sur, de donde regresaron a Costa Rica, tan pronto como les iba siendo posible efectuarlo.

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Mientras pasaba lo relacionado, y los generales Cañas y Jerez se fortificaban en Rivas, el Gobierno de don Patricio Rivas empeñaba sus esfuerzos a fin de lograr el acuerdo indispensable entre los jefes aliados que ocupaban a Masaya. Al efecto, comisionó al Ministro de la Guerra don Nicasio del Castillo, quien, acompañado de los generales guatemaltecos Paredes y Solares, con el resto de las fuerzas recibidas de Guatemala, se dirigió de León a Masaya a donde llegó el 19 de noviembre.

De las conferencias que allí celebraron resultó no haber ningún desacuerdo, y con noticia de haber sido retirada de Granada una parte de las fuerzas de Walker, quien desde el propio día 19 había comenzado sus preparativos para abandonar la ciudad, se resolvió atacarla y, después de algunas alternativas, así lo verificaron, operando simultáneamente sobre Granada por tres puntos diferentes.

La defensa estaba encomendada Henningsen, quien asegura que sólo contaba con 227 hombres, estándole encomendada, además, la destrucción de la ciudad.

La lucha, principiada el 25, continuó cada vez más recia, hasta el 28 en que le fue enviado a Henningsen un parlamentario proponiéndole la rendición sin lograrlo, como tampoco se logró después de varios ataques, cuando el 8 de diciembre se le propuso nuevamente, ofreciéndole garantías.

El 11 de diciembre llegó la primera fuerza de Honduras, compuesta de 200 hombres al mando del General Florencio Xatruch; pero Walker también había recibido refuerzos, y en la noche del mismo día atacó a Granada por el Lago, los hondureños fueron deshechos en la defensa, y Henningsen, después de haber consumado su obra de destrucción, efectuó dos días después su retirada.

El 13 en la madrugada los pitos de los vapores resonaban en las costas anunciando la salvación de Henningsen y de 135 hombres cadavéricos que aún tenía de las fuerzas con que ejecutó el incendio (4).

En el fuerte dejó clavada una lanza con esta inscripción: «Aquí fue Granada».

Nuevo y grande desastre, debido a la desunión, y como si no fuera bastante a las desgracias que sufría Centro América, se dio orden al General Jerez de trasladarse a Masaya con sus tropas y al General Cañas de regresar a Costa Rica. El día que la recibieron, dice Pérez, habían escrito a Martínez que Walker permanecía en San Jorge sin idea de atacarlos y que si lo ejecutara estaban seguros de la victoria. El anhelo de aquellos jefes patriotas, de evitar nuevas disensiones, y su deber, los obligaba a la obediencia, y cumplieron la orden funesta. El General Cañas, no obstante, en vez de ausentarse siguió al General Jerez en su marcha hacia Masaya.

Walker entonces, sin que le costara una gota de sangre, adquirió un gran triunfo: ocupó la ciudad de Rivas, la plaza más fuerte de aquel departamento.

Mientras todo esto pasaba en Nicaragua, Costa Rica, de conformidad con su plan de campaña, abrió activas operaciones sobre el río San Juan, con los resultados que en seguida se verán.

(1) Jerónimo Pérez, citado, folio 134.
(2) Boletín Oficial, No. 241. San José, 19 de noviembre de 1856, folio 533.
(3) Jerónimo Pérez, citado, folio 133.
(4) Jerónimo Pérez, citado, folio 139.

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